María Santos 100218459
La ciénaga, conformada por una pequeña
población de personas de clase baja y media, es un una parte de nuestro país
que en sus primeros orígenes no dejaba de apartarse, del significado real de la
palabra ‘Lugar pantanoso o lleno de cieno’. Se formó luego de la caída del
régimen Trujillista, conformado por personas de varias provincias del exterior,
situada a orillas del rio Ozama próximo al puente Duarte, vecino barrio de Guachupita.
Presenta una microeconomía, donde impera
el comercio con pequeñas empresas, como ventas de empanadas, salón de bellezas,
ventas de ropa, de calzado, artículos del hogar con las llamadas fantasías,
entre otras formas de comercio, utilizado como mecanismo de subsistencia.
Cientos de hombres perciben a diario el sustento de su familia con el servicio
de ’’mototaxi’’, o mejor conocido como concho.
La clase baja es la más predominante
siendo unos cuantos, por así decirlo, de clase media. En este sector la
marginalidad reina, personas que lo poco que ganan apenas le alcanzan para
comer. Dentro de las muchas deficiencias que forman parte del mismo sistema,
esta zona ha marcado un gran desarrollo, la transformación de casas de cartón y
madera por casas de cemento y muy resistentes.
La ciénaga, cuenta además con gran
cantidad de jóvenes estudiantes, profesionales y empleados públicos y privados
que día a día, se trasladan a sus puestos con la esperanza de un futuro mejor
para ellos y sus familias, dejando a un lado el temor, de ser víctimas de una
ligera discriminación, por pertenecer a un barrio.
Es notable su desarrollo en cuanto a
educación, si se compara con años anteriores, ya que anteriormente un joven
terminaba la educación básica y sus ingresos económicos no le permitían
trasladarse fuera del sector para estudiar.
¿Qué si ha cambiado? Claro que sí, y seguirá cambiando, porque al final el trabajo
y el esfuerzo, reinan, porque al final del camino, estará lo anhelado, un
futuro mejor y un sueño alcanzado; el sueño de un buen porvenir.
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