Julio Cesar Matos 92-1017
Ludwig van Beethoven (Bonn, 16 de diciembre de 1770b – Viena, 26 de marzo de 1827) fue un compositor, director de orquesta y pianista alemán. Su legado musical abarca, cronológicamente, desde el período clásico hasta inicios del romanticismo musical. Es uno de los compositores más
importantes de la historia de la música y su legado ha influido de forma
decisiva en la música posterior.
Considerado
el último gran representante del clasicismo vienés (después de Christoph Willibald Gluck, Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart), Beethoven
consiguió hacer trascender la música del romanticismo, influyendo en diversidad
de obras musicales del siglo XIX. Su arte se expresó en
numerosos géneros y aunque las sinfonías fueron la fuente principal de
su popularidad internacional, su impacto resultó ser principalmente
significativo en sus obras para piano y música de cámara.
Su
producción incluye los géneros pianísticos (treinta y dos sonatas para piano), de cámara (dieciséis cuartetos de cuerda, siete tríos, diez sonatas para violín y piano), vocal (lieder, dos misas y una ópera: Fidelio), concertante(cinco conciertos para piano y orquesta, uno para violín y orquesta) y orquestal
(nueve sinfonías, oberturas, etc.), entre las que se encuentra
el ciclo de las Nueve Sinfonías,
incluyendo la Tercera Sinfonía, también llamada en
castellano Heroica en mi♭ mayor, la Quinta Sinfonía, en do
menor y
la Novena Sinfonía, en re
menor.
Familia
La familia
de Ludwig van Beethoven vivía bajo condiciones modestas. Su abuelo paterno,
llamado también Ludwig, (Malinas, 1712 – 1773), era descendiente de una familia
de campesinos y granjeros originarios de Brabante, en la región de Flandes (Bélgica), que se trasladaron a Bonn en
el siglo XVIII. La partícula van de
su nombre, contrario a lo que pudiera creerse, no posee orígenes nobles, mientras que Beethoven probablemente
pudo haberse derivado de Betuwe, una localidad de Lieja, aunque otra hipótesis apunta a que
el apellido proviene de Beeth, que quiere decir remolacha y Hoven, que es el
plural de Hof, que significa granja. De esta forma, «Beethoven» vendría
a significar «granjas de remolachas».
En marzo
de 1733, su abuelo emigró a Bonn, en donde trabajó como director
y maestro de capilla de la orquesta del príncipe elector de Colonia. El 17 de septiembre de ese mismo año, contrajo matrimonio con Maria
Josepha Phall, cuyos testigos fueron el organista van den Aeden y Johann Riechler. Su hijo y padre de Beethoven, Johann van Beethoven (1740 - 1792) era músico
y tenorde
la corte electoral. El 12 de noviembre de 1767, Johann se casó en la iglesia de
San Remigio en Bonn con Maria Magdalena Keverich (19 de diciembre de 1746 -
1787), una joven viuda e hija de un cocinero de Tréveris. Por ese motivo, el matrimonio de
sus padres contó con la oposición de su abuelo, que por aquel entonces ya era
el prestigioso maestro de capilla de la corte y consideraba a la joven de una clase social inferior a la de su hijo.
El
matrimonio se trasladó al n.º 515 de la calle Bonngasse y dos años después,
en 1769, nació su primer hijo, bautizado
como Ludwig Maria van Beethoven. Sin embargo, apenas seis días después de su
bautizo, el niño falleció. El 17 de diciembre de 1770, fue bautizado su segundo hijo,
Ludwig van Beethoven, en la iglesia de San Remigio de Bonn, con el nombre de
«Ludovicus van Beethoven» según se describe en el acta de bautismo. Su fecha de nacimiento,
generalmente aceptada como el 16 de diciembre de 1770, no cuenta con documentación histórica que
pueda respaldarla. Maria Magdalena tuvo aún cinco hijos más, de los que sólo
sobrevivieron dos: Kaspar Anton Karl van Beethoven, bautizado el 8 de abril de 1774, y Nikolaus Johann van Beethoven,
bautizado el 2 de octubre de 1776.
Primeros años
de vida
Retrato de Beethoven cuando tenía trece años.
El padre
de Beethoven estaba muy impresionado por el hecho de que Wolfgang Amadeus Mozart diese
conciertos a los siete años y quería que su hijo siguiera sus pasos. Con la
intención de hacer de Ludwig un nuevo niño prodigio, comenzó a enseñarle piano, órgano y clarinete a temprana edad. Sin
embargo, el estudio musical coartó el desarrollo afectivo del joven, que apenas
se relacionaba con otros niños. En mitad de la noche, Ludwig era sacado de la
cama y era obligado a tocar el piano para los conocidos de Johann, a quienes
quería impresionar; esto causaba que estuviera cansado en la escuela. Ya era usual
que dejara de asistir a clases y se quedara en casa para practicar música.
El padre
era alcohólico, lo que supuso que perdiera el
puesto de director de la orquesta de Bonn —puesto heredado del
abuelo Ludwig—, y la madre estaba frecuentemente enferma. Aunque la relación
con Johann fuera más bien distante, Ludwig amaba mucho a su madre, a la que
denominaba su «mejor amiga».
El 26 de marzo de 1778, Beethoven realizó su primera
actuación en público en Colonia. Su padre afirmó que la edad de Ludwig era de seis años,
para destacar, de esta manera, la precocidad de su hijo; por ello, siempre se
creyó que Beethoven era más joven de lo que era en realidad. Debido a que el
talento musical y pedagógico de su padre era limitado, Ludwig comenzó a recibir
clases de otros profesores. Sus avances fueron significativos, sobre todo en la
interpretación del órgano y la composición, guiado por músicos experimentados como Christian Gottlob Neefe. Neefe fue un profesor muy
importante e influyente en su instrucción y supo valorar inmediatamente el
nivel excepcional de Ludwig. Además de transmitirle conocimientos musicales,
Neefe dio a conocer a Beethoven las obras de los pensadores más importantes,
tanto antiguos como contemporáneos.
En 1782, Beethoven publicó su primera
composición titulada Nueve variaciones sobre una Marcha de Ernst
Christoph Dressler. Un año después, Neefe escribió en la Revista de
Música acerca de su alumno: «Si continúa así, como ha comenzado, se
convertirá seguramente en un segundo Wolfgang Amadeus Mozart». En junio
del siguiente año, Ludwig es contratado como intérprete de viola en la orquesta
de la corte del príncipe elector de Colonia Maximiliano Francisco, por recomendación de Neefe. Este
puesto le permitió frecuentar la música de los viejos maestros de capilla,
además de facilitarle la entrada en nuevos círculos sociales, en los que se
encontraban algunos de los que serían amigos suyos durante toda su vida, como
la familia Ries, los von Breuning (en cuya casa conoció a los clásicos y
aprendió a amar la poesía y la literatura), el violinista Karl Amenda o el doctor Franz Gerhard Wegeler.
El primer viaje
a Viena
Beethoven
encuentra una vía de escape de la presión familiar en 1787 cuando, con 17 años, marcha a
la capital austriaca apoyado por su mecenas, el conde Ferdinand von Waldstein, quien sufraga los
gastos del viaje y, lo más importante, le convence de sus posibilidades de
éxito. Parece que durante este viaje a Viena tuvo lugar un fugaz encuentro
con Mozart. En relación a este encuentro, solo existen textos de
discutible autenticidad. De cualquier modo, la leyenda dice que Mozart habría
dicho: «Recuerden su nombre, este joven hará hablar al mundo».
Al poco
tiempo, su madre enfermó gravemente y su padre le pidió por carta que regresara
a Bonn inmediatamente. Murió finalmente de tuberculosis el 17 de julio de 1787. Tras este hecho, su padre entró en
una depresión y su dependencia del alcohol se agravó, llegando a ser detenido y encarcelado por
este hecho. Tras esto, el joven Ludwig tuvo que responsabilizarse de sus
jóvenes hermanos y se vio obligado a mantenerlos, tocando el violín en una orquesta y dando clases de piano durante cinco años, mientras
que su padre seguía preso. Su padre falleció finalmente el 18 de diciembre de 1792.
De aprendiz a
maestro
Franz Gerhard Wegeler (1765–1848), médico y amigo desde la infancia de
Beethoven.
En 1792, el príncipe elector de Bonn volvió
a financiarle un viaje a Viena, ciudad en la que permaneció el
resto de su vida componiendo, tratando de alcanzar un reconocimiento social a
su persona por medio del arte y sufriendo un mal particularmente terrible para
él: la sordera. Allí, Beethoven recibió clases de
composición con Joseph Haydn, decontrapunto con Johann Georg Albrechtsberger y Johann Baptist Schenk y de lírica con Antonio Salieri.
Durante
este período tuvo varios duelos musicales con otros pianistas. El primero fue
en 1792, durante un viaje con la orquesta
de la corte, en el cual tocó con Franz Sterkel, ejecutando obras de dicho compositor. En 1800, tuvo lugar el famoso duelo (en
el palacio de Lobkowitz) en el que Daniel Steibelt lo retó a que tocasen juntos.
En dicha ocasión, Beethoven tomó partituras de una obra de este,
modificándolas al mismo tiempo que las iba tocando, con tanta gracia que
Steibelt declaró que no volvería a Viena mientras Beethoven viviera allí y
abandonó la ciudad, radicándose en París.
Con
veinticuatro años publicó su primera obra importante: tres tríos para piano, violín y violonchelo (Opus 1) y el año siguiente,
en 1795, realizó su primer concierto
público en Viena como compositor profesional, en el que interpretó sus propias
obras. Ese mismo año le propuso matrimonio a Magdalena Willman pero esta se
negó. Posteriormente, realizó una gira por Praga, Dresde, Leipzig, Berlín y Budapest. En 1796 publicó tres sonatas para piano. La corte, la nobleza y la Iglesia vienesas acogieron la música
de Beethoven y se convirtieron en mecenas y protectoras del joven músico. Eran
frecuentes las disputas entre estos estamentos y el compositor, debido al
carácter fuerte e impulsivo del músico, pero este hecho le hizo granjearse un
gran respeto en la ciudad. Entre sus mecenas se encontraban personalidades como
el príncipe Karl von Lichnowsky y el barón Gottfried van Swieten. Por esa época
se desligó de Haydn, con el que no coincidía musicalmente pero a quien, a pesar
de esto, dedicó los tres tríos.
En 1800, Beethoven organizó un nuevo
concierto en Viena en el que realizó la presentación de su Primera Sinfonía. Su actividad musical iba en
aumento y también impartió clases de piano entre las jóvenes aristócratas, con
las que mantuvo romances esporádicos. Al año siguiente, Beethoven se confesó
preocupado por su creciente sordera a su amigo Wegeler. En Heiligenstadt, el año
siguiente escribió el conocido Testamento de Heiligenstadt, en el que expresa su desesperación
y disgusto ante la injusticia de que un músico pudiera volverse sordo, algo que
no podía concebir ni soportar. Incluso llegó a plantearse el suicidio, pero la música y su fuerte
convicción de que podía hacer una gran aportación al género hicieron que
siguiera adelante. En dicho testamento escribió que sabía que todavía tenía
mucha música por descubrir, explorar y concretar.
Su música
inicial, fresca y ligera, cambió para convertirse en épica y turbulenta, acorde
con los tiempos revolucionarios que vivía Europa. Eran años en que las
potencias monárquicas europeas se habían aliado para
derrotar a la Francia revolucionaria. En una deslumbrante campaña en el
norte de Italia, en la que el ejército austríaco
fue derrotado, adquirió notoriedad Napoleón Bonaparte, que se convirtió en un ídolo entre los sectores progresistas. De esta época son la Sonata para piano n.º 8, llamada Patética, y
la Sonata para piano n.º 14, llamada Claro de luna.
Su Tercera Sinfonía, llamada La Heroica (traducción
de la denominación en italiano Eroica) , estaba escrita en un
principio en «memoria de un gran hombre», Napoleón, que era visto en ese
momento como un liberador de su pueblo. Cuando se declaró a sí mismo Emperador, Beethoven se enfureció y borró violentamente el nombre de
Napoleón de la primera página de la partitura. La Heroica se
estrenó finalmente el 7 de abril de 1805.
Éxito y sufrimiento
Beethoven hacia 1804, en la época de la Sonata Appassionata y deFidelio. Decidido a «agarrar el destino por el cuello», compuso en
el periodo de 1802 a 1812 una serie de obras brillantes y enérgicas
características de su estilo «heroico».
Muy
pronto, Beethoven dejó de necesitar los conciertos y recitales en los salones
de la corte para sobrevivir. Los editores se disputaban sus obras; además,
la aristocracia austriaca, quizás avergonzada
por la muerte de Wolfgang Amadeus Mozart en la pobreza, le asignó una pensión anual. Debido a la pérdida de
sus capacidades auditivas, se entregó a una febril actividad creadora, y, a la
par, sufrió penalidades personales producidas por dos desengaños amorosos. No
llegó a casarse nunca, pero se le atribuyen varios romances, sobre todo entre
damas de la nobleza. Antonie von Birkenstock,
casada con el banquero alemán Franz Brentano, fue uno de los grandes amores de
su vida.f
Entre 1804 y 1807, estuvo enamorado de la joven y
bella condesa Josephine Brunswick, viuda de Joseph Graf Deym. Su amor era
correspondido por parte de la condesa pero este no pudo concretarse debido a
las rígidas restricciones sociales de la época y la estricta separación entre
la nobleza y el vulgo, por lo que la relación cesó. Durante este período,
Beethoven había terminado Leonore, su única ópera. Compuso hasta
cuatro oberturas diferentes y finalmente cambió
el nombre de dicha ópera a Fidelio, en contra de sus deseos.
El 20 de noviembre de 1805 fue la fecha de la primera
representación, que tuvo poca afluencia de público, ya que esa misma semana las
tropas de Napoleón habían entrado por primera vez en Viena. En los años
siguientes, Beethoven incrementó su actividad creadora y compuso muchas obras,
entre ellas la Quinta Sinfonía, la Sexta Sinfonía o Sinfonía Pastoral, la Obertura Coriolano y la bagatela para piano Para Elisa.3
Sus
apariciones en público eran cada vez más infrecuentes. El 22 de diciembre de 1808 Beethoven dio uno de sus
últimos conciertos en vivo, en una larga jornada que incluyó el estreno de
la Fantasía para piano, orquesta y coro Op. 80, lassinfonías Quinta y Sexta, el Concierto para piano n.º 4 Op. 58, el aria Ah perfido! y tres movimientos de la Misa en do mayor Op.
86. Tuvo como alumno al archiduque Johann Joseph Rainer Rudolph, hermano del emperador, y
eventualmente se convirtió también en su más grande benefactor. En 1809, Beethoven no estaba conforme con
su situación en Viena, especialmente bajo el aspecto económico. Entonces se
planteó la invitación de Jerónimo Bonaparte, para dejar Viena y trasladarse a Holanda. Su vieja amiga la condesa Anna
Marie Erdödy, logró convencer a Beethoven para que se mantuviera en Viena con
la ayuda de sus más ricos admiradores, entre los que se encontraban el
archiduque Rudolf, el príncipe Lobkowitz y el príncipe Kinsky, que ofrecieron a Beethoven una
pensión anual de 4000 florines, lo que le permitió vivir sin
preocupaciones económicas. La única condición que le pusieron fue no abandonar
la ciudad de Viena, condición aceptada por el compositor. Dicha pensión lo
convirtió en el primer artista y compositor independiente de la historia, ya
que anteriormente los músicos y compositores (Bach, Haydn y Mozart incluidos)
eran sirvientes en las casas de la aristocracia, formando parte de su personal
doméstico y componiendo e interpretando según sus amos les pedían. En cambio,
las condiciones del arreglo al que llegó Beethoven con sus benefactores daban
libertad al compositor de componer lo que él quisiera, bajo demanda o no, y
cuando él quisiera.
El incidente de
Teplice
El encuentro en Teplice.
Al parecer, cuando Beethoven y Goethe paseaban por la alameda de este
balneario, se encontraron a la emperatriz con su familia. El compositor siguió
su paseo sin pararse a saludar. Esta imagen es una recreación posterior de Carl
Rohling.
En 1812, Beethoven se traslada al balneario
de Teplice y
durante su estancia escribió la carta a su «Amada inmortal», que provocó multitud de especulaciones sobre su
destinataria aunque nunca se ha podido averiguar con exactitud. En 1977, el musicólogo estadounidense Maynard
Solomon afirmó que la carta iba dirigida a Antonie Brentano, la
esposa de un mercader de Fráncfort del Meno y madre de cuatro hijos. Debido a su sentido ético y
su miedo al matrimonio, Beethoven abandonó esta relación,
a pesar de los conflictos emocionales que le causó.5 En julio de ese año, Bettina von
Arnimorganizó un encuentro entre el compositor y Johann Wolfgang von Goethe. Más tarde la condesa publicó su
correspondencia con Goethe y en una de sus cartas al conde Hermann von
Pückler-Muskau relató cierto suceso que al parecer habría ocurrido en dicho
balneario ese mismo verano, cuando Beethoven y Goethe se encontraron por
primera vez. Ambos paseaban por la alameda del balneario y de pronto apareció
frente a ellos la emperatriz María Luisa de Austria-Este con su familia y la corte.
Goethe, al verlos, se hizo a un lado y se quitó el sombrero. En cambio, el
compositor se lo caló todavía más y siguió su camino sin reducir el paso,
haciendo que los nobles se hicieran a un lado para saludar. Cuando estuvieron a
cierta distancia se detuvo para esperar a Goethe y decirle lo que pensaba de su
comportamiento «de lacayo».
Según
Elisabeth von Arnim, el mismo Beethoven le habría contado esta anécdota. Sin
embargo, su veracidad es muy discutida y hoy existe un cierto acuerdo en
considerarla, si no por completo, al menos en buena parte invento de Elisabeth.
En su carta a von Pückler-Muskau, le pregunta si le gusta la historia, «Kannst
du sie brauchen?» («¿Puedes utilizarla?»). Von Arnim, sin embargo, decide
utilizarla ella misma y en 1839 publicó, en la revista Athenäum una
carta, supuestamente de Beethoven, en la que este contaba la anécdota. El
original de esta carta no apareció nunca, sólo la copia, y algunos detalles
(como la fecha) indican que Beethoven no la escribió nunca, o al menos no tal
como fue transcrita. Independientemente de su autenticidad, el incidente
encantó a la sociedad vienesa, que lo creyó verdadero durante mucho tiempo.6
Problemas
económicos
Beethoven
había entablado contacto con el inventor Johann Mäzel, que le construyó varios
instrumentos para ayudarlo con sus dificultades auditivas, como cornetas
acústicas o un sistema para escuchar el piano. Su obra orquestal La victoria de Wellington fue compuesta en 1813 para ser interpretada con
un panarmónico, otro de los inventos de Mäzel.
Esta obra era un homenaje a la victoria sobre los ejércitos napoleónicos en
la Batalla de Vitoria por parte del Duque de Wellington y alcanzó gran popularidad,
además de volver verdaderamente famoso al compositor, lo que le procuró grandes
ingresos. Sin embargo, él mismo la calificó como «basura» (no diría algo así de
ninguna otra obra suya) y hoy está completamente olvidada. El invento de Mäzel
que más impresionó al compositor fue el metrónomo, y escribió cartas de recomendación
a editores y comenzó a realizar anotaciones en las partituras con los tiempos del metrónomo
para que sus obras se interpretaran como él las había concebido. En esa época
comenzaron los problemas económicos del compositor, ya que uno de sus mecenas,
el príncipe Lobkowitz, sufrió una quiebra económica y el príncipe Kinsky
falleció al caerse de su caballo, tras de lo cual sus herederos decidieron no
pagar las obligaciones financieras que el príncipe había contraído con el
músico.
En 1814, acabó las Séptima y Octava Sinfonías y reformó la ópera Fidelio,
que fue un gran éxito, tanto de afluencia de público como económico, al igual
que el resto de conciertos que realizó en esa época. Ese mismo año tuvo lugar
el Congreso de Viena, que reunió en la ciudad a
numerosos mandatarios que decidían el futuro de Europa después de la derrota de
Napoleón. Este fue uno de los momentos de gloria de Beethoven, ya que fue
invitado en muchas ocasiones a participar en los múltiples conciertos que se
dieron en las celebraciones y fue recibido con admiración y reconocimiento. Algunas
fuentes apuntan a que el último concierto público de Beethoven tuvo lugar
el 11 de abril de ese mismo año7 y consistió en el estreno del
Trío Op. 97, junto al violinista Ignaz Schuppanzigh y el violonchelista Joseph Lincke.
Tras la
muerte de su hermano Kasper Karl el 15 de noviembre de 1815, tomó la decisión de acoger a su
sobrino Karl, de nueve años de edad, en contra de la voluntad de su cuñada. En
los años comprendidos entre 1815 y 1820, dedicó gran parte de sus energías
y su tiempo a la batalla legal para ganar la custodia de su sobrino Karl. Este
esfuerzo le supuso dejar prácticamente de componer (a pesar de lo cual cosechó
sus dos mayores «éxitos» —la Novena Sinfonía y la Missa Solemnis— en esta época). En el
testamento del hermano se le establecía a él como tutor de Karl, pero en el
lecho de muerte, a petición de la cuñada, se estableció una tutoría conjunta.
Ludwig, quien aborrecía a su cuñada, tuvo que llevar su causa ante la justicia.
Los tribunales ordinarios no lo conocían y le costaba hacer valer sus
influencias, aunque finalmente ganó el caso, y desde entonces se dedicó a la
formación musical de Karl con falsas esperanzas, ya que el chico no tenía dotes
musicales. Uno de los profesores con los que contó su sobrino fue Carl Czerny, que posteriormente fue profesor
de Franz Liszt y antes había sido alumno del
propio Beethoven. Además, la relación con su hijo adoptivo no era excelente;
constantemente tenía que encontrarle nuevos tutores, ya que tenía conflictos
con ellos, y este escapaba con su madre y peleaba constantemente con el tío. La
preocupación por el dinero, que acompañó a Beethoven desde los días de la
infancia en que tuvo que proveer para la familia, lo ocupó en este periodo como
nunca. Los editores no confiaban en él, pues no cumplía sus promesas de
exclusividad y pedía constantemente más dinero por sus obras. Según su
biógrafo, Emil Ludwig, de este periodo no hay ni una sola
carta en la que no se traten, al menos tangencialmente, problemas de dinero.
Después
de 1815, Napoleón fue definitivamente
derrotado y el canciller austriaco Klemens von Metternich instauró un
régimen policial para impedir rebrotes revolucionarios. Beethoven fue una voz
crítica del régimen. En esa época, su nombre era muy respetado en el Imperio y en Europa Occidental, sobre todo enInglaterra, en parte gracias al éxito de La
victoria de Wellington. Pero el ascenso de Gioachino
Rossini y la ópera italiana, que Beethoven consideraba poco seria, lo colocó en segundo
plano.
En 1816, realizó el primer esbozo de
la Novena Sinfonía y dos años más tarde su
antiguo alumno y benefactor, el archiduque Rudolf, fue nombrado cardenal, motivo por el cual Beethoven
comenzó a componer la Misa en re, aunque no estuvo terminada antes
de la ceremonia de entronización. En 1822, Beethoven tuvo un encuentro con
Rossini en Viena, ciudad en la que este estaba cosechando grandes éxitos.
Debido a las dificultades con el idioma y la sordera de Beethoven, el encuentro
fue breve.
Últimos años en
Viena
Beethoven pasó
los últimos años de su vida casi totalmente aislado por la sordera, relacionándose solamente con
algunos de sus amigos a través de los «cuadernos de conversación», que le
sirvieron como medio de comunicación. Su último gran éxito fue la Novena Sinfonía, terminada en 1823. En los tres años finales, se
dedicó a componer cuartetos de cuerda y laMissa Solemnis. El 13 de abril de ese año conoció a Franz Liszt, que entonces tenía once años,
durante un concierto del compositor húngaro y lo felicitó por su
interpretación. Años más tarde, Liszt transcribió todas las sinfonías de
Beethoven para piano y fue un destacado intérprete
de su obra. El estreno de la Novena Sinfonía tuvo lugar
el 7 de mayo de 1824 y fue un rotundo éxito a pesar
de las dificultades técnicas que entrañaba la obra. Este éxito no se tradujo en
una ganancia financiera y los problemas económicos continuaron acuciando al
compositor, que aunque tenía el dinero que estaba ahorrando, no lo podía
utilizar ya que estaba destinado como herencia para su sobrino.3
La salud
del maestro decayó inexorablemente durante su estancia en la casa de su hermano
en Gneixendorf, a pesar de
los cuidados de su familia. Su hermano Nikolaus Johann recordaba: «Al almuerzo
comía únicamente huevos pasados por agua, pero después bebía más vino, y así a menudo padecía diarrea, de modo que se le agrandó cada vez
más el vientre, y durante mucho tiempo lo llevó
vendado». Tenía edemas en los pies y se quejaba
continuamente de sed, dolores de vientre y pérdida de apetito.10 En esa época, comenzó la
composición de la Décima Sinfonía.
El 1 de diciembre de 1826, Beethoven y Karl volvieron a
Viena. La premura de la decisión determinó que carecieran de un transporte
adecuado y solamente pudieron conseguir un viejo carromato descubierto. El viaje resulta
catastrófico para una persona en el estado en que se encontraba Beethoven,
quien llevaba ropa de verano y se vio obligado a pasar la noche en una taberna
de la aldea, donde la habitación no tenía calefacción ni persianas que lo
protegieran del frío. Hacia la medianoche sufrió un escalofrío febril y comenzó una tos seca acompañada de sed intensa
y fuertes dolores en los costados. Estando así, el maestro bebió grandes cantidades
de agua helada que sólo agravaron su condición. Sin embargo, logró recuperarse
de su crisis gracias a la atención del doctor Wawruch y consiguió llegar a la
capital. El 20 de diciembre, se le extrajeron fluidos
abdominales. Karl permaneció durante todo el mes a su lado hasta su
incorporación, en enero, a su regimiento. El joven se había reconciliado
totalmente con su tío tras el lamentable episodio del suicidio:g «Mi querido padre: vivo
satisfecho y sólo me pesa verme separado de ti».
Casi en la
miseria, a pesar de tener una gran fortuna en acciones financieras, escribió a sus amigos en Londres para pedir algún dinero. La
respuesta llegó de inmediato, junto con cien libras esterlinas prestadas incondicionalmente. Cuando se difundió en
Viena el estado terminal de Beethoven, todos sus antiguos amigos que aún vivían
acudieron a su domicilio de la Schwarzspanierhaus para
expresarle sus deseos de una pronta recuperación, aunque en realidad su
propósito era despedirse del envejecido compositor.
A pesar de
los cuidados de su médico y el cariño de sus amigos, la maltrecha salud del
músico, que había padecido problemas hepáticos durante toda su vida, empeoró.
Esos últimos días le acompañaron Franz Schubert, quien en realidad no se atrevió a visitar al maestro, pero
un amigo de ambos le mostró al moribundo las partituras de sus lieder, que Beethoven tuvo oportunidad de
admirar y se le atribuye la frase: «es verdad que en este Schubert se encuentra
una chispa divina», recordando el comentario que sobre él hiciera Mozart y
haciendo el cumplido que no hiciera a ningún otro músico. El 20 de marzo escribe: «estoy seguro de que
me iré muy pronto». Y el día 23, entre los estertores del
moribundo, algunas fuentes indican que exclamó: «Aplaudid amigos, comedia
finita est» («La comedia ha terminado»), un final típico de la comedia del arte, aunque en 1860 Anselm Hüttenbrenner negó que
Beethoven hubiera pronunciado tales palabras.13 Esa misma tarde, tomó la pluma
para designar a su sobrino Karl legatario de todos sus bienes.
Fallecimiento
Al día
siguiente, 24 de marzo de 1827, Beethoven recibe laextremaunción y la comunión según el rito católico. Cabe señalar que las creencias
personales de Beethoven fueron muy poco ortodoxas. Esa misma tarde entra
en coma para no volver a despertar
hasta dos días más tarde. Su hermano Nikolaus Johann, su cuñada y su admirador
incondicional Anselm Hüttenbrenner le acompañaron
al final, ya que sus pocos amigos habían salido a buscar una tumba. Sus últimas
palabras fueron dirigidas al vino del Rin que llegó después de mucho
esperar el encargo, que se esperaba surtiera buenos efectos sobre la salud del
músico: «Demasiado tarde, demasiado tarde...».14 Hüttenbrenner relató los
últimos momentos del compositor el 27 de marzo de 1827 de la siguiente forma:
Permaneció tumbado, sin conocimiento, desde las 3 de la
tarde hasta las 5 pasadas. De repente hubo un relámpago, acompañado de un
violento trueno, y la habitación del moribundo quedó iluminada por una luz
cegadora. Tras ese repentino fenómeno, Beethoven abrió los ojos, levantó la
mano derecha, con el puño cerrado, y una expresión amenazadora, como si tratara
de decir: «¡Potencias hostiles, os desafío!, ¡Marchaos! ¡Dios está conmigo!» o
como si estuviera dispuesto a gritar, cual un jefe valeroso a sus tropas
«¡Valor, soldados! ¡Confianza! ¡La victoria es nuestra!». Cuando dejó caer de
nuevo la mano sobre la cama, los ojos estaban ya cerrados. Yo le sostenía la
cabeza con mi mano derecha, mientras mi izquierda reposaba sobre su pecho. Ya
no pude sentir el hálito de su respiración; el corazón había dejado de latir.
Tres días
después de su fallecimiento, el 29 de marzo, tuvo lugar el funeral. Se celebró
en la Iglesia de la Santa Trinidad, distante un par de manzanas del domicilio
de Beethoven, y en él se interpretó el Réquiem en re menor de Wolfgang Amadeus Mozart. Al mismo
asistieron más de 20 000 personas, entre las que se encontraba Schubert,
gran admirador suyo. El actor Heinrich Anschütz leyó
la oración fúnebre, que fue escrita por el poeta Franz Grillparzer, a las puertas del cementerio de
Währing, ahora Schubert Park.3
En su
escritorio de trabajo, se encontró el Testamento de Heiligenstadt, redactado en 1802, en donde explica a sus hermanos el
porqué de su profunda amargura. También se encontró la mencionada desgarradora
carta de amor dirigida a su «Amada inmortal», a la que llama «mi ángel, mi
todo, mi mismo yo».3
Estudios
sobre las causas de su muerte
Algunos análisis de un mechón del cabello de Beethoven y de
un fragmento de su cráneo dieron como resultado la existencia de altas
concentraciones de plomo.
A lo largo
de su vida, Beethoven visitó gran cantidad de médicos para curar sus diversas
dolencias físicas, como maladigestión, dolor abdominal crónico, cirrosis hepática, nefropatía, pancreatitis crónica, irritabilidad, depresión, así como otros síndromes sin
etiología demostrada, tales como alteraciones gastrointestinales, bronquiales,
articulares y oculares. En una carta a un amigo, expresó su deseo de que,
después de su muerte, sus restos fueran usados para determinar la causa de su
enfermedad y evitar que otros padecieran su mismo sufrimiento. Desde su
fallecimiento, a los cincuenta y seis años de edad, en 1827, han existido muchas especulaciones
y estudios sobre las causas de sus múltiples dolencias y su muerte, pero no han
conseguido determinar una patología sistémica para explicar al menos gran parte
de sus síndromes.
Estudios
realizados en el Centro de Tratamiento Pfeiffer en Warrenville (Illinois) en 2005 han revelado algunos datos
sobre las causas de su muerte. Los análisis de un mechón de su cabello y de un
fragmento de su cráneo dieron como resultado la
existencia de altas concentraciones de plomo, lo que indica que el compositor
podría haber padecido saturnismo. Aparentemente, Beethoven ingería
agua contaminada con plomo, que se obtenía de un arroyo campestre creyendo que
tenía propiedades curativas. Las últimas investigaciones señalan que fue por el
plomo de los vasos que usaba para beber. A raíz de dichos estudios, se pudo
saber que el compositor padecía problemas estomacales desde los veinte años y que,
en ocasiones, sufría crisis depresivas.18 Los problemas estomacales y el
cambio de personalidad que sufrió a los veinte años concuerdan con el
diagnóstico de envenenamiento por plomo. En estos estudios, también se
destaca la ausencia de niveles perceptibles de cadmio o mercurio en el mechón y el hueso, elementos a los que
previamente se había identificado como causantes de la enfermedad de Beethoven.
La presencia de plomo en el cráneo confirmó que la exposición del músico a
dicho elemento no fue un hecho puntual en su vida, sino que tuvo que estar
sometido a él durante muchos años. Aunque existen algunos extraños casos de
sordera provocados por envenenamiento por plomo, no hay ninguna evidencia
sólida que sustente que fuese esta la causa de la que padeció Beethoven.
Otro
estudio afirma que Beethoven falleció a causa de una insuficiencia hepática que desencadenó un coma hepático. Además, puede que con probabilidad padeciera una septicemia final, con el antecedente de
una ascitis fistulizada e
infectada. No se puede afirmar con certeza si una insuficiencia renal y una diabetesdescompensada
fueron motivo de su fallecimiento. En la medicina moderna, la causa de su
muerte sería catalogada como un fallo multisistémico, originado por su
insuficiencia hepática.
Personalidad
La vida
personal de Beethoven fue problemática debido a su creciente sordera, que le llevó a plantearse el
suicidio, según afirmó en los documentos encontrados en el Testamento de Heiligenstadt. A menudo, Beethoven era irascible y puede que sufriera trastorno bipolar. Sin embargo, tuvo un círculo
íntimo de amigos fieles durante toda su vida, quizás atraídos por la fortaleza
de su reputada personalidad. Hacia el final de su vida, los amigos de Beethoven
compitieron en sus esfuerzos para ayudar al compositor a paliar sus
incapacidades físicas.20
Hay
numerosas evidencias del desdén que sentía Beethoven hacia la autoridad y el sistema de clases sociales. Detenía su interpretación al piano
si su audiencia comenzaba a hablar entre sí o si dejaban de prestarle total
atención. En los eventos sociales, se negaba a interpretar si le invitaban a
hacerlo sin previo aviso. Finalmente, y después de muchas confrontaciones, el
archiduque Rudolf decretó unas normas básicas de etiqueta en la corte que no
afectaban a Beethoven.
Visión general
Beethoven
compuso obras en una amplia variedad de géneros y para una amplia gama de combinaciones
de instrumentos musicales. Sus obras para orquesta sinfónica incluyen nueve sinfonías (la Novena Sinfonía incluye un coro) y alrededor de una docena de
piezas de música «ocasional». Compuso nueve conciertospara
uno o más instrumentos solistas y orquesta, así como cuatro
obras cortas que incluyen a solistas acompañados de orquesta. Fidelio es
la única ópera que escribió y entre sus obras vocales con acompañamiento orquestal se incluyen dos misas y una serie de obras cortas.
Compuso un
amplio repertorio de obras para piano, como treinta y dos sonatas para piano y numerosas obras cortas,
incluidos los arreglos (para piano solo o dúo de piano), de algunas de sus
otras obras. Las obras en las que usa el piano como instrumento de
acompañamiento incluyen diez sonatas para violín, cinco sonatas para violonchelo y una sonata para corno francés, así como numerosos lieder.
La
cantidad de música de cámara que produjo Beethoven fue notable. Además de los
dieciséis cuartetos de cuerda, escribió cinco obras para quinteto de cuerda, siete para trío con piano, cinco para trío de cuerda y más de una docena de obras para gran variedad de
combinaciones de instrumentos de viento.
Los tres
periodos
Según el
escritor ruso Wilhelm von Lenz, la carrera como compositor de
Beethoven se divide en tres periodos: temprano, medio y tardío. El periodo
temprano abarca hasta alrededor de 1802, el periodo medio se extiende desde1803 hasta cerca de 1814 y el periodo tardío va
desde 1815 hasta el fallecimiento del
compositor. Esta división de Lenz, realizada en Beethoven et ses trois
styles (1852), ha sido utilizada ampliamente por
otros musicólogos, con ligeros cambios, desde entonces.
En su
período temprano, el trabajo de Beethoven estuvo fuertemente influido por sus
predecesores, Joseph Haydn yWolfgang Amadeus Mozart, pero también exploró nuevas
direcciones y gradualmente amplió el alcance y la ambición de su obra. Algunas
obras importantes de este periodo son la Primera y Segunda Sinfonías, un conjunto de seis
cuartetos de cuerda (Opus
18), los primeros dos conciertos para piano (los n.º 1 y n.º 2) y la primera docena de
sonatas para piano,
incluyendo la famosa Sonata Patética, Op. 13.
El periodo
medio, también llamado heroico, comienza después de la crisis personal
provocada por la creciente sordera del músico. Es destacada por las obras de
gran escala que denotan el heroísmo y la lucha. Las composiciones de este
periodo incluyen seis sinfonías (las n.º 3, 4, 5, 6, 7 y 8), los últimos tres
conciertos para piano,
el Triple concierto y el Concierto para violín, cinco cuartetos de cuerda (n.º 7
al 11), varias sonatas para piano (incluyendo las sonatas Claro de luna, Waldstein y Appassionata),
la Sonata Kreutzer para violín, y su única ópera,Fidelio.24 25
El periodo
tardío comienza alrededor de 1815. Las obras de dicho periodo se caracterizan
por su profunda carga intelectual, sus innovaciones formales y su intensidad,
expresión sumamente personal. El Cuarteto de cuerda n.º 14, Op. 131 tiene siete movimientos enlazados y la Novena Sinfonía incorpora la fuerza coral a
una orquesta en el último movimiento. Otras composiciones de este periodo son
la Missa Solemnis, los cinco últimos
cuartetos de cuerda (incluyendo laGrosse fugue) y las cinco últimas sonatas para
piano.
Obras
En su
prolífica trayectoria musical, Beethoven dejó para la posteridad un importante
legado: nueve sinfonías, una ópera, dos misas, tres cantatas, treinta y dossonatas para piano, cinco conciertos para piano, un concierto para violín, un triple concierto para
violín, violonchelo, piano y orquesta, dieciséis cuartetos de cuerda, una gran fuga para cuarteto de cuerda, diez
sonatas para violín y piano, cinco sonatas para
violonchelo y piano e innumerables oberturas, obras de cámara, series de variaciones, arreglos de canciones populares y bagatelas para piano.
Beethoven
había cumplido los treinta años de edad cuando presentó su Primera Sinfonía (op. 21), fascinando a sus
contemporáneos por su frescura y originalidad. La obra está dedicada al
barón Gottfried van Swieten, amigo de Mozart y
de Haydn,
y uno de los primeros protectores de Beethoven en Viena. Mucho se ha hablado
del original inicio de esta sinfonía, pues arranca con un acorde distinto a la tonalidad principal de do mayor. En todo caso, esta era una de las rúbricas de Joseph Haydn. El tercer movimiento lleva el
nombre de «Minuetto», pero es más rápido que lo acostumbrado en el género
sinfónico de la época. Otros rasgos anunciadores del futuro Beethoven son
los sforzandi de
la orquesta y la forma de emplear los instrumentos de viento.
En 1803, el músico de Bonn dio a conocer
la Segunda Sinfonía, en re
mayor (op.
36), cuya alegría contrasta con la tristeza que vivía el autor. Beethoven
reemplazó el minueto estándar por un scherzo,h más rítmico y dinámico. Esta
innovación y sus fuertes sonoridades dieron a la Segunda Sinfonía un
mayor alcance y energía. Después del estreno, los críticos notaron la ausencia
del minueto y dijeron que la composición tenía mucho poder, pero que era
demasiado excéntrica. No faltaron las duras críticas.
La
influencia haydniana se deja sentir en estas dos composiciones de juventud:
ambas tienen introducciones lentas y la orquesta es totalmente clásica.
Tercera y cuarta sinfonías
Dos años
más tarde, Beethoven rompió todos los moldes clásicos con su Tercera Sinfonía en mi♭ mayor, llamada La Heroica.
Esta sinfonía dura dos veces más que
cualquier otra de la época, la orquesta es más grande y los sonidos son
claramente anunciadores delromanticismo musical. La obra se compone de un
primer movimiento de una duración aproximada de veinte minutos: hasta
esa fecha no se había compuesto un movimiento sinfónico tan extenso. Del
segundo movimiento, una «Marcha fúnebre», el biógrafo Anton Felix Schindler afirmó que, al enterarse de la
muerte de Napoleón, Beethoven comentó en tono sarcástico «Yo ya compuse la
música para esta triste catástrofe».El tercer movimiento es un agitado scherzo, en el que se recrea una escena
de caza; destaca el uso de las trompas. El Finale evoca una escena dedanza y es apoteósico, con una gran
exigencia de virtuosismo para la orquesta.
La
siguiente sinfonía es muy diferente. La Cuarta Sinfonía en si♭ mayor, de 1806, recupera la frescura de sus dos
primeras composiciones sinfónicas. El primer movimiento arranca con una solemne
y notable introducción. En el cuarto movimiento, se muestra una de las
características del compositor de Bonn: el virtuosismo que demanda de los
intérpretes. El Finale de la Cuarta es muy
exigente para el fagot. Esta sinfonía ha sido, según
algunos críticos, injustamente relegada al lado de sus excepcionales antecesora
y sucesora: «La grácil criatura griega en medio de dos gigantes germánicos».i
En 1808, Beethoven compone la Quinta Sinfonía . Esta sinfonía en do menor destaca principalmente por la
construcción de los cuatro movimientos basados en el motivo rítmico formado por
tres corcheas y una negra, las cuales abren la obra y retornan
una y otra vez dando a la sinfonía una extraordinaria unidad. Para el músico,
significaban «la llamada del destino».j El segundo movimiento es un
hermoso tema con variaciones. El tercer movimiento, scherzo,
comienza misteriosamente y prosigue salvajemente en los instrumentos de viento-metal con una forma derivada de la «llamada
del destino»; un pasaje tejido por los pizzicato de los instrumentos de cuerda se encadena sin pausa con el
triunfal cuarto movimiento, allegro, y que posee una
destacada coda.
Simultáneamente,
compuso la Sexta Sinfonía en fa mayor, conocida como Pastoral.
Es difícil imaginar dos obras tan distintas: toda la fuerza y violencia de la Quinta
se convierten en dulzura y lirismo en la Sexta, cuyos movimientos evocan
escenas campestres. Es el mayor tributo dado por Beethoven a una de sus grandes
fuentes de inspiración: la naturaleza. Es también su única sinfonía en
cinco movimientos (todos con subtítulos: Escena junto al arroyo,
Animada reunión de campesinos, Himno de los Pastores, etc.), tres de ellos
encadenados (es decir, que Beethoven elimina las habituales pausas entre
segmentos sinfónicos). Uno de los pasajes más famosos de la obra es el final
del segundo movimiento, con la flauta, el oboe y el clarinete imitando respectivamente los
cantos del ruiseñor, la codorniz y el cuco.
Séptima y octava sinfonías
La Séptima Sinfonía en la mayor aparece en 1813 —casi un año después de su
composición—. El compositor se empeñó en dirigirla en su estreno, con
tragicómicos resultados. Pero la crítica reconoció una nueva genialidad de
Beethoven. Indudablemente, el maestro alemán muestra con la Séptima su
más grandioso concepto de la introducción (Poco sostenuto, pide la
partitura). Richard Wagner, otro ferviente beethoveniano,
calificó a la Séptima como «la apoteosis de la danza» por su
implacable ritmo dancístico y notable lirismo, particularmente hondo en su
célebre segundo movimiento, Allegretto —que tuvo que ser
repetido a petición del público en su estreno—, dominado por un ostinato de
seis notas. El esquema del tercer movimiento exige, hecho inédito en una
sinfonía, la repetición del trío, quedando la estructura A-B-A-B-A. El cuarto
movimiento constituye (al igual que en la Sinfonía "Júpiter" de Mozart) el verdadero centro
de gravedad de la obra. En suma, toda la Séptima es una obra
de gran potencia: hay expertos que la consideran como la mejor de
sus sinfonías.
Al año
siguiente, 1814, Beethoven concluye la Octava Sinfonía en fa mayor, compuesta inmediatamente después
de la Séptima y cuya brevedad (poco más de veinticinco
minutos) no eclipsa su meticulosa escritura. Es su sinfonía más alegre y
desenfadada («mi pequeña sinfonía en fa», la llamaba el compositor, para
diferenciarla de la Sexta, escrita en la misma tonalidad). La
composición fue extremadamente ligera y rápida (cuatro meses). La obra tiene
influencias de Haydn, sobre todo en su primer movimiento. La Octava,
con su larga y alegre coda, parece un grato adiós al mundo clásico.
En 1824, por último, Beethoven se consagra
como el gran anunciador de un nuevo lenguaje con su Novena Sinfonía «Coral» . Su orquestación (dos trompas
adicionales, triángulo, platillos, coro y solistas vocales) y duración (setenta
minutos) es superior a la de la Heroica. Los primeros tres
movimientos (un épico Allegro ma non troppo, un poco maestoso, un
electrizante Scherzo y un religioso y soñador Adagio)
llegan a su culmen en el deslumbrante finale(Presto-Allegro
assai), que inicia con un recitativo instrumental y con citas de los
movimientos precedentes. El tema de la alegría, introducido por la cuerda
grave, va ganando en intensidad y desemboca en la aparición de la voz humana
por primera vez en una sinfonía, con cuatrosolistas y coro mixto que cantan en alemán los
versos de Friedrich von Schiller: Alegría, hermosa chispa
divina,/ hija del Eliseo,/ ebrios de entusiasmo entramos,/ ¡oh diosa! a tu
santuario... Esta obra, mundialmente famosa y objeto de un sinfín de
arreglos y versiones, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. El último movimiento de esta
sinfonía fue adoptado en 1972 por el Consejo de Europa como su himno y en 1985 fue elegido por los jefes de
Estado y de Gobierno europeos como himno oficial de la Unión Europea.
Para los
grandes compositores románticos y posrománticos, la Novena Sinfonía fue
el gran legado sinfónico del músico de Bonn, un reto que todos, consciente o
inconscientemente, quisieron al menos igualar: desde Schubert (Sinfonía
"Grande") hasta Brahms (Primera Sinfonía, llamada por el crítico Eduard
Hanslick la «Décima» de Beethoven); y desde Bruckner hasta
llegar a un colofón dramático y desmedido en el sinfonismo de Mahler.
Las diez oberturas de Beethoven son piezas cortas
que, posteriormente, serían ampliadas y trabajadas para su incorporación en
obras mayores. En el fondo, es música compuesta para musicalizar ballets y obras de teatro: Coriolano de William Shakespeare, Egmont de Johann Wolfgang von Goethe, etc. Se trata de composiciones
cerradas y uniformes que expresan emociones e ideas llenas de heroísmo. El tema
de la libertad está muy presente en este apartado de la producción del músico
de Bonn. Por ejemplo, la Obertura Coriolano ilustra musicalmente el drama
homónimo de Shakespeare basado en el héroe que tiene que escoger entre la
libertad de conciencia y su lealtad a las leyes romanas, Leonora n.º 3, por su parte, es una obertura
destacada de las cuatro escritas para la ópera Fidelio.
De idéntica valía son Las criaturas de Prometeo y Egmont , siendo esta última un buen ejemplo de la típica
composición beethoveniana.
Conciertos
Cada concierto de Beethoven es distinto y
desarrolla una escritura pianística de gran virtuosismo (él mismo fue un gran virtuoso en su juventud). Quizá
el más famoso sea el Concierto para piano n.º 5
«Emperador»,
de 1809, en donde el virtuosismo y el
sinfonismo se combinan a la perfección. Es una composición épica que tiene un
originalísimo arranque y soberbias cadencias. El origen del sobrenombre de este
concierto no se lo puso el propio compositor sino que se lo asignaron los
primeros asistentes como público, dada la grandeza y majestuosidad de la obra.31
El primer y segundo conciertos
para piano destacan
por su concepción alegre, mientras que el Concierto para piano n.º 3, de 1801, de tono serio, es de una amplitud
y calidad incomparables. Por su parte, el Concierto para piano n.º 4, Op. 58, de 1808, apuesta por la profundidad lírica
y ha sido considerado, por la Allgemeine
musikalische Zeitung de mayo de 1809, como el «mejor
concierto para instrumento solo jamás compuesto».32 En cuanto a los conciertos en
los que participan más instrumentos, hay que señalar el Concierto para violín y el Triple concierto para violín, violonchelo,
piano y orquesta, en donde Beethoven sustituye el sinfonismo por un
entretenimiento muy del gusto de la época, dando ocasión a resonancias algo
exóticas: Rondó alla polacca es su rítmico tercer movimiento.
Beethoven
también compuso una Fantasía para piano, orquesta y coro, Op. 80, que es una triple fantasía:
comienza el piano solo, se le une la orquesta y, cerca del final, hace su
entrada el coro —un esquema similar al de la Novena Sinfonía.
El
único Concierto para violín, Op. 61 (que cuenta además con una
transcripción para piano, obra del mismo Beethoven, Op. 61b) fue en su tiempo
una obra controvertida que atrajo poca atención en su estreno, con el
violinista Franz Clement en la parte solista. Fue solo
en 1850, de la mano del violinista Joseph Joachim, amigo de Johannes Brahms, cuando el concierto alcanzó
notoriedad. La explicación de esta demora en imponerse es lo complejo de su
interpretación, que hizo que pocos violinistas se atreviesen a tocarlo por
años, argumentando que la participación del violín a la par con la orquesta les
restaba protagonismo, lo que se unía a la fuerte exigencia de Beethoven. Dentro
de esta categoría de obras para violín y orquesta deben incluirse además dos
breves Romanzas para violín y orquesta.
Sonatas para piano
Sus
treinta y dos sonatas manifiestan la personalidad
revolucionaria y de transición de Beethoven, y el compositor se sitúa como el
más destacado de la forma sonata del periodo comprendido entre
clasicismo y romanticismo. Fiel a la forma sonata, el compositor alemán se
permite más de una innovación: sonata de dos, cuatro o cincomovimientos, temas con variaciones, fugas, scherzi,
etc.
Estas
sonatas presentan nuevas sonoridades, audaces experimentos, y queda encerrado
el mundo interior del compositor y también el recién llegado lenguaje expresivo
de la revolución romántica. En la temprana Patética, en la tempestuosaAppassionata, en la brusca y laberíntica Hammerklavier, en las
últimas sonatas Op. 110 y 111, el compositor llega a las fronteras de la
exposición pianística, que serán alcanzadas en el Op. 120. Beethoven fue uno de
los compositores que más exigió a los constructores de piano a mejorar la
sonoridad y resistencia de los pianofortes decimonónicos.
El
inadecuado entrenamiento que tuvo Beethoven en sus primeros años de estudios
musicales se refleja en las tres sonatas para piano escritas en 1783. El piano súbito, los repentinos
arranques, las figuras de arpegios (ejecutadas a altas
velocidades en varias octavas de forma ascendente o
descendente) conocidas como los «cohetes de Mannheim», son característicos de la
personalidad musical y sentimental de Beethoven. Él es el primero en usar
el acorde de novena sin preparar y que
se puede observar en el primer movimiento de su Sonata para piano n.º 14 «Claro de Luna», dedicada a otro de los grandes
amores de su vida, la condesa Giulietta Guicciardi.
Las
sonatas para piano de Beethoven transportaron la música a un nuevo orden.
Después de 1800, Beethoven empezó a desarrollar el
género con proyecciones románticas. La Sonata n.º 11 Op. 22, en si♭ mayor, es la última sonata del
primer período de composición, la cual Beethoven declaró como su sonata
preferida. LaOp. 26 en la♭, la primera que compuso desde el
comienzo del nuevo siglo, se abre con un tema lento con variaciones, sigue con
un scherzo temerario y vertiginoso, una marcha fúnebre «a la
muerte de un héroe» y concluye en un agitado final. A esta le siguieron las dos
sonatas Quasi una fantasía Op. 27 (a la segunda se la suele
llamar Claro de Luna) que formalmente son poco convencionales. Los
siguientes hitos de su composición pianística coincidieron con la gran crisis
que le produjo el agravamiento de su sordera. La brillante Waldstein (el
apellido del conde a quien va dedicada, más conocida por Aurora en
los países hispanoparlantes) y la arrolladora Appasionata fueron
de concepción tan revolucionaria, que hasta el propio Beethoven se abstuvo de
escribir para piano solo durante algunos años. Pero la cima de su pianismo son
las cuatro últimas de las treinta y dos sonatas, desde la Op. 106, Hammerklavier —que
es frecuentemente referida como «sinfónica», por sus cuatro movimientos-, hasta
la op. 111 en do menor, la tonalidad de la que se valía para su música Sturm und
Drang, como por ejemplo, su Quinta Sinfonía. Las
sonatas exigían un virtuosismo pianístico sin precedentes hasta entonces y eran
prácticamente intocables en la época. Franz Liszt fue quien demostró que eran «interpretables».
Sonatas para piano y violín
Destacan
también las diez sonatas para violín y piano, en especial la Sonata para violín n.º 9 «Kreutzer», Op. 47, conocida por las
exigencias que presenta para la parte del violín. Está dedicada a Rodolphe
Kreutzer, conocido violinista de la época. Así mismo, la Sonata para violín
n.º 5, conocida
como Frühling (Primavera) y la Sonata para violín
n.º 10 gozan
de gran popularidad.
Ópera y música vocal
Beethoven
se centró sobre todo en la música orquestal, compaginándola con la música de cámara y para piano. También intentó desarrollar obras
vocales, aunque con suerte muy diversa. Por ejemplo, su única ópera
escrita, Fidelio,
revisada desde 1805 hasta 1814, fue un fracaso el día de su
estreno. El músico tuvo que esperar hasta el 23 de mayo de 1814 para ser aclamado de forma
entusiasta por un público enfervorizado. La nueva versión representaba para el
público más que la recreación de los principios de la Ilustración, como fue su primer objetivo
en 1805, la celebración de las victorias
sobre Napoleón y como una alegoría de la liberación de Europa. Fue entonces cuando, ruborizado
ante tales muestras de apoyo y cariño del público, escribió en su libro de
conversaciones: «Es evidente que uno compone más bellamente cuando lo hace para
el gran público». Se trataba, sin duda, del mismo compositor que había gritado
al editor, tras el desastre de su primer Fidelio: «No compongo para
la galería, que se vayan todos al infierno», nueve años antes.
Lo cierto
es que Beethoven no mostraría particular interés en escribir óperas. Un
proyecto largamente conversado con Goethe para transformar en ópera el Fausto no llegaría jamás a
concretarse por razones desconocidas hasta hoy. Sin embargo, algunos autores,
basados principalmente en anotaciones del propio Beethoven, han descrito
algunas de sus sinfonías como «óperas encubiertas». Tal carácter ha sido
asignado tanto a la Sexta Sinfonía como a la Tercera.
La Missa Solemnis, escrita en 1818, su segunda obra para la Iglesia católica, es un canto de fe a Dios y a la naturaleza del hombre.
Es una de sus obras más famosas, compuesta por encargo de su alumno, el
archiduque Rudolf, nombrado en esa época arzobispo de Olomouc.
La Missa solemnis provocó no pocos problemas a Beethoven. La
obra fue estrenada parcialmente junto con la Novena sinfonía.
Otras
obras corales de Beethoven son la Fantasía coral para piano, coro y orquesta, la Misa en do
mayor, Latina, así como numerosos lieder,arias, coros y cánones, un ciclo de melodías, una cantata y el oratorio Cristo en el monte de los Olivos, de 1803, así como el célebre presto de la Novena sinfonía.
Cuartetos de cuerda
Hay
algunos críticos musicales que opinan que el género de los cuartetos de cuerda
desarrollado por Beethoven es más representativo que el de las sonatas para piano y el de las sinfonías.
Ciertamente, Beethoven murió componiendo cuartetos.35
En los
cuartetos se puede comprobar el desarrollo de Beethoven a través de sus «tres
estilos»: los primeros cuartetos, fieles a Haydn; el segundo período dominado
por los llamados Cuartetos Rusos, compuestos por encargo del
aristócrata Razumovski; pero los más significativos son
los seis finales, compuestos entre 1824 y 1827, es decir, correspondientes a la
última etapa, algunas veces llamada «esotérica». La importancia del género en
Beethoven rebasa los límites del Romanticismo, al grado de que sus últimas
obras son una genial anticipación estilística y técnica que habrá de influir enDmitri Shostakóvich, Béla Bartók y
en la Segunda Escuela de Viena de inicios del siglo XX. Los
cuartetos muestran al Beethoven más profundo y original.
Cuartetos del primer periodo
El Op. 18
constituye el primer esfuerzo importante de Beethoven en este complejo género
musical y engloba seis obras dedicadas a su maestro, Joseph Haydn: aunque
evidentemente aquí se encuentran todavía evidencias de los trabajos anteriores
de Mozart y Haydn, ya hay un deseo de mostrar la originalidad que se verá
plasmada en sus trabajos posteriores, como el movimiento final del Cuarteto de cuerda
n.º 6 en
si♭ mayor, «La malinconia», el
cual es una introducción lenta que casi rebasa los límites tonales para luego
dar paso al rondó concluyente.
Cuartetos del periodo intermedio
En el
periodo medio ya se aprecia a un Beethoven maduro, plenamente consciente de su
poderío como creador y artista, pero sumido en la lucha contra la sordera.
La primera
parte de este periodo medio se constituye con el poderoso opus 59 Razumovski,
constituido por tres cuartetos. Varios críticos musicales han tratado de ver un
ciclo en este grupo de piezas dedicadas al conde Razumovski, el cual le
proporcionó a Beethoven acceso a diversas melodías rusas como motivo de
inspiración, aunque esto no condujo a una influencia definitiva. Hay varios
motivos para creer que el punto de vista cíclico es cercano a la realidad,
tomando en cuenta que el primer movimiento del primer cuarteto es una especie
de síntesis de la forma sonata y que justamente el último del
tercero es una compleja fuga, la cual tiene bastantes elementos
de herencia con respecto al movimiento final de la Sinfonía "Júpiter" de Mozart, aunque el desarrollo
estilístico del cuarteto es, como es natural, mucho mayor que el de dicha
sinfonía.
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